La emoción del cante de las minas, alcanza las cotas más sublimes y desgarradoras del flamenco, pero cuando un padre y un hijo, cante y guitarra, se emplean en ello, su funden en un éxtasis tan espiritual, que bien pudiera dejar majareta al auditorio y abrir el azogue de los espejos.
La emoción del cante de las minas, alcanza las cotas más sublimes y desgarradoras del flamenco, pero cuando un padre y un hijo, cante y guitarra, se emplean en ello, su funden en un éxtasis tan espiritual, que bien pudiera dejar majareta al auditorio y abrir el azogue de los espejos.
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